A vueltas con el arte



Os propongo tres artículos sobre la situación del arte contemporáneo. Dos míos y uno de Javier Marías, señalado éste último últimamente (no yo, que soy un santo varón domado) por las feministas de combate como "gran machista heteropatriarcal".

1. ¿Hay "arte contemporáneo"? (Antonio Sánchez)
2. Libertad, arte y filosofía (Antonio Sánchez)
3. Buen camino para el asesinato (Javier Marías)

Comentarios



  1. SER, PENSAR, HACER (crear)

    Buenos y Sagrados días,

    Para ir calentando motores para la próxima sesión, una entrevista a Rafael Argullol en el primer número de la revista de estética Laocoonte (2014):

    https://ojs.uv.es/index.php/LAOCOONTE/article/view/4415

    Un extracto:

    LAOCOONTE. REVISTA DE ESTÉTICA Y TEORÍA DE LAS ARTES • VOL. I • Nº 1 • 2014

    Entrevista con Rafael Argullol, pp. 9-16

    «Considero que con la palabra arte se emplean muchos contenidos distintos y nos movemos en diferentes planos. Actualmente, desprecio mucho el psicologismo y sociologismo en el tratamiento del arte. El arte me interesa fundamentalmente en su esencialidad, es decir, lo que ha aportado al hombre frente al propio misterio de la vida y de lo humano. Por tanto, me interesa aquello más profundo e inalterable del arte, lo que, de alguna manera, puede ofrecer un hilo conductor desde las pinturas rupestres hasta Rothko, y desde Sófocles a Kafka. Esto sería una manera de ver el arte, que es la que a mí me interesa, de manera esencial.

    Luego, eso que hemos llamado arte, ha tenido una vertiente sociológica, en el sentido de que muchas veces ha estado vinculado, o ha mantenido intercambios, con el poder, o bien ha habido patronos, poderes, que han utilizado el arte para sus propios propósitos. Esto último sería un acercamiento sociológico.
    El arte también ha servido para anunciar o proclamar proyectos sobre la humanidad, y esa ha sido una perspectiva ideológica del arte. Por eso, cuando hablamos del arte, debemos saber bien en qué parte o punto hablamos.

    Si nos situamos en el ángulo de lo que realmente el arte ha aportado a lo humano, que es el primer plano que he indicado con anterioridad, hay un continuum, una especie de interrogación inalterable en la historia del arte».

    [...]

    «Si algo está matando al arte es su incapacidad para dar una respuesta creativa al enigma de la vida, al enigma humano. Te pongo un ejemplo: en el mundo del cine, lo que le está matando es su obsesión por la forma y su desprecio, o ninguneo, de los contenidos.

    Lo importante, en todo momento, es saber ante qué plano nos situamos. Si ante la Capilla Sixtina a uno le interesa el anecdotario de las disputas de Miguel Ángel con el Papa, si le interesa cuánto ganó Miguel Ángel con la Capilla Sixtina, si le interesa cuánto valía en aquel momento los pigmentos importados de Oriente, o si le interesa el impacto global, y en profundidad, que tiene la Capilla Sixtina, desde el punto de vista de nuestro acercamiento a la naturaleza humana, y a sus limitaciones y deseos. Todos los enfoques son lícitos, lo que ocurre es que a mí me interesa fundamentalmente uno de ellos».

    «La pintura o la literatura, en general, dependen de si el pintor, el poeta, o escritor, ha vinculado su acto estético a la búsqueda de lo sagrado, o bien si suscita en los espectadores, o receptores, esa experiencia.
    En todo caso, esa experiencia estética profunda tiene muchos vínculos con la experiencia sagrada ya que en todos los casos, en el fondo, hay un intento de superación del sentimiento de escisión del hombre».

    [...]

    «La pintura o la literatura, en general, dependen de si el pintor, el poeta, o escritor, ha vinculado su acto estético a la búsqueda de lo sagrado, o bien si suscita en los espectadores, o receptores, esa experiencia.

    En todo caso, esa experiencia estética profunda tiene muchos vínculos con la experiencia sagrada ya que en todos los casos, en el fondo, hay un intento de superación del sentimiento de escisión del hombre».

    *


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  2. (sigue)

    El último día, ya en el bar, tuvimos un rifirrafe o conato de discusión estético-artística con Antonio muy interesante (¿como categoría estética?). Mi postura es básicamente la que defiende (el esencialismo ¿un poco heideggeriano?) de Argullol: el arte, para nosotros, “sirve” para conocernos mejor como especie, o dicho en argot romántico-idealista: para proyectarnos hacia el absoluto (¿los infinitos mundos posibles de Bruno o las desventuras de la potencia de Pardo?) o nietzscheano: para transfigurarnos-apolíneo-dionisiacamente. El arte es el reino de la (verdadera, e.d., única) libertad (a pesar de la “ley mordaza” o/y por ello mismo). En este sentido, tendría que ver, de alguna manera, con lo “sagrado” entendido (etimológicamente) como sacer, como un lugar (¿quedan?) apartado de lo corriente, lo cotidiano, lo banal (Agamben lo explica mejor en uno de sus tomos de Homo sacer; nuestro amigo Benjamin lo llamaba el “aura”, que murió —no entiendo bien por qué, una rosa es una rosa y una imagen es una imagen, y si no, ¡fetichismo! [ver “materialismo” infra]— al perder su unicidad con la reproducción técnica en masa [la “ikeización”, diríamos hoy, o más recientemente, la “3D-ización”]; Heidegger balbuceaba esencias originarias [históricas. Molinuevo lo copia mejor: «El arte es el acontecer (historia) del ser como apertura (verdad) del ente».]; Kant incluso rescató la elevación de Longino como lo sublime [el terrorismo para Lyotard]; Platón, el poeta-filósofo, lo trinitizaba [el ser es lo uno en lo múltiple] en bueno, bello, cierto…etc.).

    Esta postura, me temo, se va a llevar mal tanto con “los materialistas” (el arte —realista, por supuesto— sería la excelsa fetichización de la mercancía y no sería [no valdría] lo mismo original que copia) como con “los tradicionalistas” (los que creen en la “deshumanización del arte” modernista-contemporáneo). Pienso que cada uno, como crítico, pero sobre todo como artista, puede entender (amar) y hacer el arte como mejor le parezca (y a pesar de esto hago apología-propaganda más o menos persuasiva de mi visión, como Antonio con sus artículos [muchísimas gracias, los tengo descargados y en la recámara para ponerme con ellos en breve])…

    …Pero eso sí, si nos adentramos en las axiológicas aguas de la valoración: ¿sería lo mismo la experiencia (estético-religiosa) de un paso de semana santa (con su saeta incluida y sus trágicas mortificaciones varias [al Cristo-del-Gran-Poder se le rompió la cruz, ¿será una señal…pero de qué?]) que visitar la Rothko Chapel en Houston, ¡Tejas! (como algunos con suerte y mundo han podido hacer [¡Toni!])? Y volviendo a la rosa (y contra los “humanistas”): ¿son lo mismo el arte natural y el arte artificial (humano)? ¿Quién imita qué y/o a quién? Y es más: ¿podemos seguir atacando (Platón) o defendiendo (Aristóteles) un arte entendido como mímesis?

    Y dejando a un lado toda esta pedantería conceptual-histórica (por lo que os pido perdón y rezo tres Nacimientos de la tragedia y otros tres Orígenes de la obra de arte por tanto excursus interruptus) y entrando en lo que me preocupa más y por lo que empecé a estudiar filosofía (¿y dejé de hacer arte?):

    ¿HACE FALTA SABER PARA HACER?

    O incluso peor:

    ¿HACE FALTA HACER PARA SER?

    Salud y República laica
    (pero que no nos quiten los festivos)

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