Apuntes de Eusebio (Tiempo e Historia)



   La apocalíptica terrorista instalada en nuestras mentes nos dice que un día los pobres serán los amos y los ricos actuales serán los oprimidos. No hay superación de la relación, no hay síntesis hegeliana posible.

  En determinados sectores es posible vivir, actuar y pensar coherentemente de acuerdo a modelos remotos, e incluso con modelos muertos. Un barco puede navegar correctamente con el modelo tolemaico, un avión o una nave espacial no.


  Los franceses demostraron que no todos los sectores de la cultura cambian al mismo tiempo.

   El pensamiento tampoco.

  Hay un pensamiento, una historia breve, con un ritmo breve, el acontecimiento cotidiano, diario, que viene y va.

  Hay una historia o un pensamiento coyuntural, de mayor alcance, de ritmo lento.

  Hay una historia o pensamiento estructural. Sin ritmo, sin sonido o tal vez sin movimiento. Un punto/eje.

   La Historia para un filósofo no son los acontecimientos, es Tiempo.

  En torno a la historia estructural giran la coyuntural y la breve. Tres, pero podían ser más. Ya que esto es sólo un modelo. El Tiempo/Historia se ve a veces como una línea recta y a veces circular...yo lo veo más bien como un átomo de última generación o como un conjunto de planetas girando en relación a ellos mismos. Círculos concéntricos con un sólo eje. Un eje invariable en torno al cual todo o parte puede girar más o menos deprisa. Ya sea la Historia/Tiempo o el Pensamiento.

 Algunos estudiosos, (muchos franceses), han probado y constatado que tras el éxito de una revolución política (suponiendo que supiéramos medir el éxito o saber que es una revolución) retorna siempre entre el 80 y el 100% de las viejas estructuras rechazadas. Eso lo puedo explicar por la fuerza del punto/eje que como sabemos es estructural y de ritmo muy, muy lento.

 La hipótesis política de que cambiando el modelo cambia el pensamiento y la historia. Es simplemente falsa.

  Pues los tres elementos se mueven de manera asincrónica. Relacionados sí, pero asincrónicamente, con diferente ritmo. Algunos ritmos superan el tiempo de varias vidas humanas, eones dice la Biblia. Es decir, movimientos que no pueden ser medidos de ninguna manera.

  Sobre ese modelo se instala otro modelo, más sutil, pero brutalmente humano. Es, siguiendo a Kuhn “el horizonte interpretativo de una época”. Un horizonte experiencial, que se instala en el nivel 2. La historia coyuntural. La que vivimos como vivencia nuestra consciente.

  En el pensamiento, los tres niveles de asincronía no están yuxtapuestos, pero si se entrecruzan. Formando los tres una única historia del pensamiento. Por ejemplo a nivel de eje estarán las reglas de validez lógica humana, en la última órbita puede estar algún comentario de Twitter. Que esté algo en el eje no significa necesariamente por sí que sea más importante o profundo o filosófico que lo que vive en el pensamiento del extrarradio. ¿Tendría el pensamiento jerarquías?, ¿habría un logos listo y un logos tonto?. No. Simplemente. Lo que es mudable es mudable dependiendo del horizonte experiencial.

  Hoy sabemos que no sólo se contempla la realidad con un filtro de lenguaje, desde nuestro horizonte experiencial vemos al lenguaje como unas gafas de sol perpetuas que permite compartir lo que ves. Y cada época cultural parece tener su propio cristal. Los modelos de lectura, de visión y filtros son diversos. El lenguaje es una realidad virtual compartida. Pero, no sólo hay filtro lingüístico sino que además hay modelos coyunturales y estructurales de pensamiento e interpretación.

  De pronto. Hay una ruptura, los datos ya no cuadran y el modelo necesita una actualización. La llegada del nuevo modelo se hace siempre con las categorías interpretativas del antiguo. Durante un tiempo conviven ambos modelos, no sin problemas. Y finalmente como diría Wittgenstein “lo que antes de la revolución eran conejos ahora son patos”.

  El pensamiento apocalíptico penetra nuestro momento; tenemos la creencia de estar viviendo en el fin inminente de un modelo y el nacimiento de otro, pero lo que tomamos como pruebas no han sido validadas en ningún tribunal. Normalmente, pensamos, que el nuevo es mucho más esperanzador, ya que en todo pensamiento apocalíptico hay trozos de pensamiento mesiánico. El líder, el mesías propiciarán ya sea el reino o la paz mundial, no sin antes realizar un juicio final catastrófico (algunos lo llaman revolución) tras el cual se alcanzará la armonía por fin. La sed de armonía alimenta al pensamiento apocalíptico revolucionario y en parte a muchas religiones. La insatisfacción real o aparente se convierte en una cadena que esclaviza las mentes. Toda democracia que alimente la insatisfacción como se hace en las actuales, alimenta el deseo de revolución inducida normalmente en sus capas jóvenes. The Rolling Stone “I can´t get no satisfaction”. La revolución virtual inducida es lo único que puede haber en un modelo donde el lenguaje media la realidad. Los populistas, antiguos sofistas, prometen romper esa cadena de insatisfacción, pero nadie mata a la gallina de los huevos de oro. No. Tenderán siempre a hacer la insatisfacción aún mayor. Es su motor.

  Nazismo y Marxismo tienden a compartir una misma visión de la historia como catástrofe y reivindicaban la necesidad de una decisión política, pero sus terapias son distintas: Benjamin identificaba el advenimiento de la era mesiánica con la revolución proletaria, mientras que Schmitt acogía el nazismo como una especie de moderno katechon (pronunciado katéjon, del verbo katécho que significa: retener, agarrar, impedir). Es San Pablo en su segunda carta a los Tesalonicenses quien lo utiliza por primera vez como idea de obstáculo, de impedimento, a la venida del Anticristo o mal absoluto, tanto personal como político (Roma).

  Mientras unos confían en el apocalipsis o se instalan en cierto nihilismo mesiánico (Walter Benjamin) otros desean pararla (Carl Schmitt), éste último desarrolla o mejor retoma o copia de San Pablo una categoría (la de katechon) de carácter metapolítico desde donde critica al liberalismo. Trata Schmitt de encontrar un lugar donde hacer la gran política precisamente aislándola. La ley será su refugio. Que en caso de Schmitt es una ley pervertida.

  Schmitt vivió en esos momentos de cambio brutal de modelo, quizá por eso ahora se vuelva a él. Y quizá también por que la distinción amigo-enemigo que defiende C. Schmitt tiene por objeto definir el concepto de lo político; y, a mi entender, el marxismo entiende la ley de la misma manera. Como fuerza.

  Me parece que nuestro horizonte interpretativo actual, nuestro modelo experiencial no soporta ya los modelos marxistas ni nazional-socialistas, al menos no en la filosofía del S.XXI que estamos haciendo; lo que se ve en prensa generalista o en cursos de politólogos y tertulianos es que tienden a convertirlo todo en baile de salón académico, me refiero a esos opinadores y a esos profesores universitarios decadentes, que sacan a sus zombis de paseo, a sus “Marx sin ismos”, a sus sueños de juventud frustrados, a sus sublevaciones foucaltianas, que bailan con Carl Schmitt, y que mientras afirman estar intentando entender algo sólo defienden sus micro penes y sus micro parcelas de poder.


  Tened cuidado ahí fuera.


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